Opinión
Migración venezolana: un problema mundial

Por: El Observador / Twitter @ObservadorUY

El gran riesgo con las crisis o ambientes de calamidad permanentes es que nos podemos ir acostumbrando a ellos y la capacidad de asombro y de tribulación que despiertan inicialmente situaciones de infortunio se transforman poco a poco en una suerte de letanía.

Se puede dejar de prestar la merecida atención como lamentablemente está ocurriendo con la realidad de los migrantes venezolanos en América Latina. Los migrantes que escapan de un país moribundo bajo las botas de un régimen dictatorial es uno de los principales dramas sociales del presente de la región. Pese a ello, la comunidad internacional parece estar mirando hacia un costado acerca de un drama que es comparable al de los desplazamientos humanos provocados por la sangrienta guerra de Siria

La grave crisis económica, sumado a la tiranía chavista en lo político, explican que más de 4,6 millones de venezolanos huyeran de su tierra para buscar una vida mejor en otros países del mundo, según la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela. De todos ellos, alrededor de 3,8 millones viven en América Latina y el Caribe. La Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en Venezuela estima que este año los refugiados y migrantes venezolanos en el mundo llegarán a 6,5 millones, de los cuales 5,5 millones se instalarán en países de América Latina y el Caribe.

Es una situación extrema para cualquier país, pero mucho más para los de nuestro subcontinente. Pese a ello, es justo reconocer que, aunque ha habido casos de xenofobia en países presionados por este fenómeno migratorio,  en general ha habido una gran generosidad por parte de los Estados. Mientras tanto, la comunidad internacional no está actuando como lo ha hecho en otros casos similares como el mencionado de Siria o Myanmar y Sudán del Sur. El diario británico Financial Times, en un editorial de esta semana, compara la reacción internacional en esos países con la que mereció la crisis humanitaria de Venezuela que, pese a ser una de las más grandes en la historia moderna, no recibe “fondos sucientes”.

Basado en Brookings Institution, maneja una información que ilustra la injusticia que cometen los potenciales países donantes: cuatro años después de la crisis venezolana, la comunidad internacional gastó US$  580 millones en asistencia a los necesitados, mientras que para los refugiados sirios, en el primer cuatrienio de esa emergencia, los donantes se comprometieron con US$ 7.400 millones.

La ONU dio a conocer en noviembre pasado el Plan Regional de Respuesta a Refugiados y Migrantes 2020 de US$ 1.350 millones para satisfacer las necesidades humanitarias de los migrantes venezolanos en América Latina y el Caribe y apoyar a las comunidades que los acogen. Una decisión loable, pero insuciente.

La crisis humanitaria de Venezuela requiere de acciones de mayor alcance y de políticas internacionales de amplio espectro. No solo por la gravedad del propio drama social, sino también porque es necesario un ambiente de cooperación que ayude a amortiguar las tensiones sociales y el clima de inestabilidad de los países de la región.

Fuente: El Observador.com.uy

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