Miedo, verdugo de la integración

• El 59 por ciento de los encuestados de estrato bajo consideran que los venezolanos les quitan el empleo a los colombianos. En estrato alto, solo el 37 por ciento concuerda con eso

EL VENEZOLANO COLOMBIA |MIGRA VENEZUELA

Ahora que el país entra en una etapa de flexibilización de las medidas restrictivas para contener la pandemia, la aceptación de los migrantes venezolanos mejora poco a poco entre los colombianos. Esto, a la luz de las estadísticas, demostraría que la integración depende en buena parte de la coyuntura nacional y de las certezas o incertidumbres en el ambiente.

A finales de marzo, cuando comenzó el aislamiento obligatorio en el país, la percepción de los colombianos se tornó negativa en casi todas las mediciones de la integración de los migrantes. Hoy, estas estadísticas muestran un leve repunte que vale la pena analizar.

La inclusión laboral y el acceso a servicios básicos son algunos de los aspectos más relevantes. Según la Tercera Encuesta de Percepción de la Migración en Colombia, realizada por el Observatorio del Proyecto Migración Venezuela con corte a septiembre de 2020, el 57 por ciento de los colombianos creen que es necesario facilitar que los migrantes consigan empleo. Eso representa un incremento de 7 puntos porcentuales con respecto a la misma medición de abril. Y el 49 por ciento está de acuerdo con brindar documentos legales a todos los migrantes para que puedan trabajar y acceder a servicios en igualdad de condiciones que los colombianos, cifra que aumentó 6 puntos porcentuales.

Además, siete de cada diez consideran necesario flexibilizar y agilizar la convalidación de los títulos profesionales de los migrantes, por años, una de las principales barreras para que ingresen al mercado laboral. En cuanto a educación y salud, también aparece una leve mejora.

El 83 por ciento cree que se debe facilitar el acceso de los niños al sistema educativo y el 75 por ciento considera pertinente incluir a la población migrante en servicios de salud y educación; ambos, con un incremento de 3 puntos porcentuales. Pese a estas mejoras, la mayoría de colombianos siguen sin ver en la migración una oportunidad para el país y, por el contrario, la perciben como un lastre para el desarrollo. Ese indicativo mejoró, pero todavía el 56 por ciento considera que los venezolanos les quitan empleos a los colombianos.

Solo el 37 por ciento cree que los migrantes son un capital humano que hará crecer la economía; el 66 por ciento los ve como una población que aumenta la pobreza del país y apenas el 33 por ciento los considera una oportunidad para el desarrollo de Colombia. 

En el largo plazo, además, hay cifras preocupantes. Solo el 51 por ciento acepta que la migración llegó para quedarse y no más del 22 por ciento cree que los migrantes aportarán a la recuperación económica poscovid. No obstante, el número de ciudadanos que consideran a los migrantes como una amenaza para la seguridad se redujo de manera importante al pasar de 53 a 43 por ciento.

En la mayoría de las preguntas, la percepción positiva de los migrantes aumentó a medida que subía el estrato socioeconómico de los encuestados. El 42 por ciento de las personas de estratos altos los consideran una oportunidad para el desarrollo del país. Pero solo el 35 por ciento de las de estrato medio y el 31 por ciento de las de estrato bajo lo ven de esa manera.
 

La cercanía ayuda

La incertidumbre que afecta la percepción de los colombianos sobre los migrantes no solo surgió de eventos coyunturales, sino también del desconocimiento y el miedo al ‘otro’. Los encuestados que tienen contacto o relación en su vida cotidiana con algún migrante están más dispuestos a integrarlos, con diferencias de incluso 10 puntos porcentuales en la mayoría de las preguntas.

“De allí la necesidad de generar mejores estrategias de integración y de comunicación que ayuden a acercar a ambas poblaciones y, de esta manera, a reducir los imaginarios negativos. La labor no solo está en la cancha de los diferentes niveles de gobierno, sino en la sociedad en general y, en particular, de los medios de comunicación”, dice Adriana Sabogal, directora del Proyecto Migración Venezuela.

De hecho, solo el 24 por ciento piensa que los medios transmiten una imagen positiva de los migrantes. El sondeo revela como novedad resultados representativos en el ámbito regional. Bogotá y el nororiente (Arauca, Boyacá, Casanare, Cundinamarca, Norte de Santander y Santander) se muestran más renuentes a integrar a la población migrante. Y las zonas Caribe y central (Antioquia y Eje Cafetero) tienen percepciones más positivas que el promedio nacional. La explicación de este fenómeno en la región Caribe, que ha recibido a 579.803 venezolanos, puede tener relación con parecidos culturales y con el tiempo de permanencia de los venezolanos instalados allí, según cálculos realizados por el Observatorio a partir de la Encuesta de Calidad de Vida del Dane.

En los demás casos, sin embargo, el análisis no es tan sencillo. ¿Por qué Bogotá, que históricamente ha sido más progresista, muestra mayor rechazo a la integración? ¿A qué se debe que Antioquia y el Eje Cafetero estén más abiertos a la inclusión de los venezolanos cuando tradicionalmente han sido considerados más conservadores y regionalistas? Una primera hipótesis es la distribución geográfica.

Mientras que Bogotá tiene el 15 por ciento de la población de Colombia, ha recibido el 20 por ciento de los venezolanos. Y lo mismo ocurre con la región nororiente, que concentra el 18 por ciento de la población nacional, pero el 28 por ciento de los migrantes venezolanos. Por el contrario, en Antioquia, Risaralda, Caldas y Quindío vive el 18 por ciento de la población de Colombia, pero solo alberga al 11 por ciento de los venezolanos.

La incertidumbre generalizada es el enemigo y no ayudan los discursos discriminatorios cuando el país se enfrenta a un estallido social que vuelve a nublar el rumbo. Los líderes políticos y de opinión también tienen un gran compromiso con estos ciudadanos, pero ahora parecen empezar a mostrarles los dientes con discursos efectistas pero poco humanitarios. Es necesario sacar a la migración de las disputas políticas.

«Los colombianos que tienen contacto o relaciones con un migrante están más dispuestos a integrar a la población venezolana»

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